Dejar de beber me cambió la vida. Y lo hizo porque logré comenzar a tomar decisiones y a ser más consciente de que en mis manos estaba el dejar a un lado fantasías generadas por el alcohol, que estaban comenzando a afectarme de la forma que ahora te comento.

Mi cerebro comenzó a funcionar de forma incorrecta

Cada cerebro tiene tres áreas fundamentales. Cada una se encarga de controlar una función de nuestro cuerpo y aporta un nivel de conciencia. Cuando decidía que iba a tomarme una copa era porque las tres áreas coincidían en que debía hacerlo. ¿Significa esto que el resto del cerebro no tiene importancia en la toma de decisiones? Ni mucho menos, pero sí tiene relación con los distintos estados de conciencia que experimentaba.

La plena conciencia

Este es el que tienes cuando no bebes. Es decir, puedes identificar lo que está sucediendo. Tienes la capacidad de pensar correctamente, de reconocer imágenes y palabras. Conoces los efectos y las causas de tu tipo de vida, puedes tomar decisiones y llegar a conclusiones que te confirmen si tu vida es, o no, la más adecuada para modificar lo que sea necesario.

Entre la conciencia y la inconsciencia

Este es el estado en el que me encontraba la mayor parte del tiempo. Cuanto más alcohol consumía la inconsciencia hacía acto de presencia, pero me daba cuenta de que había decisiones, y reacciones, poco adecuadas. Estar en tierra de nadie es siempre una lotería de incierto resultado.

La absoluta inconsciencia

Cuando me pasaba con la bebida era cuando me daba cuenta de que era un títere. Que no tenía la capacidad para hacer nada, y que ella era la que mandaba en mí. Solo tienes que imaginarte, por un momento, que tienes la capacidad de discernir que tu cerebro y tu cuerpo están funcionando, pero no sabes exactamente qué es lo que están haciendo. Es decir, es como si vivieras a cámara lenta. Además, el alcohol me provocaba miedo, depresión, ansiedad y una severa alteración de la realidad.

«No noto los efectos»

Es la frase que más utilizaba cuando alguien me decía que estaba bebiendo demasiado. Luego me di cuenta de que me estaba engañando. Lo habitual es pensar que uno controla la cantidad, que puede sobreponerse a los efectos y que se está en el estado de plena conciencia en todo momento, pero no es así.

Si te digo la palabra inconsciente seguro que se te viene a la mente la imagen de un psicoanalista y de una persona en un diván hablando de su vida. Debes saber que también se trata de un recurso de tu cuerpo para apagarse, consiguiendo así usar de forma más racional su energía.

Si bebes porque quieres olvidar algo que te produce dolor, te equivocas. No vas a evitar esa sensación con anestesia y haciéndote daño. Más bien, lo que te provoca el dolor seguirá ahí. Y, además, empeorarás tu salud.

Una vida nueva

Dejar el alcohol fue una de las mejores decisiones de mi vida. ¿Por qué prefería estar siempre bajo sus efectos en lugar de buscar una solución a mis problemas? ¿Por qué cada día era peor que el anterior y necesitaba más y más? ¿Por qué solo era feliz cuando bebía?

Un buen día, decidí parar y someterme a todo lo que fuera necesario para dejar atrás un hábito tan pernicioso como grave. Fue gracias a la abstinencia cuando comencé a sentir que recuperaba la conciencia. No te voy a negar que no fue nada fácil darme cuenta de todo lo que sucedía en mi vida y de que había elegido el peor camino posible.

Pero dejar una herida abierta solo provoca que pueda infectarse y que termine por afectar al resto de tu cuerpo. Sin embargo, no quería depender de una sustancia tan nociva y, sobre todo, no me apetecía seguir sin rumbo fijo y viviendo en una realidad paralela.

Lo conseguí tras años de esfuerzo, pero puedo confirmar que solo siendo consciente de lo te ocurre podrás encontrar la solución a tu problema. De ti depende emprender un viaje de vuelta a tu realidad y no caer en el error de seguir viviendo en una fantasía en la que todo es ideal…mientras que duran los efectos del alcohol.

Dejar de beber fue sinónimo de apostar por la vida, de querer disfrutar de cada momento y de ponerle el punto final a una etapa personal cuyas consecuencias podrían haber sido nefastas. Ahora, me alegro de haberlo hecho y de haber encontrado nuevas motivaciones para seguir viviendo. Te animo a que dejes de pensar que la bebida te va a solucionar tus problemas, por más que te sientas “invencible”. Comienza a dar los pasos necesarios para que el alcohol deje de ser el eje de tu vida. Seguro que notas la diferencia.