El alcohol es tan arrogante, tan soberbio, que para seguir con el mando te hace pensar que eres tú quien dirige tu vida. No es así. La adicción se ha hecho tu dueña y reafirma su poder manteniéndote en el aburrimiento, ya que bajo el efecto de su anestesia todos los días te parecen iguales. 

George Orwell dijo en su libro 1984 «Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro».” En MMS te ayudaremos para que seas tú quien controle cada minuto de tus días y puedas, de esa forma, construir un futuro equilibrado y claro.

Da luz a tu vida

Lo que reprimimos nos debilita hasta el momento en que descubrimos que también forma parte de nosotros. Eso es lo que podrás hacer en esta terapia de grupo, descubrir quién eres tú en realidad y tomar conciencia de que la culpa de que te encuentres así es del alcohol y es tu ego, no tú, quien bebe para envalentonarse.

La gratificación inmediata para la adaptación al estrés tiene consecuencias a la larga. Te adaptaste al estrés para sobrevivir y te trajo problemas más adelante. Toda enfermedad empieza con esa adaptación. El exceso es una manifestación de la sombra que te habita, esa sombra está formada de profundas heridas emocionales que necesitarán tiempo y compromiso para ser sanadas.

Si puedes visitar tu dolor de infancia con la comprensión de tu yo adulto, puedes curarlo, pues cuando abrazas a tu niño interior se rompe la línea del tiempo y sanas el presente y el pasado, da lo mismo los años que hayan transcurrido desde que ese dolor se produjo, al abrazarte das luz a tu vida. 

Avanza con prudencia

Vas a comenzar un viaje hacia ti mismo en sobriedad; no será sencillo, pues tendrás que matar a tu ego de sed. No hay que llegar a ningún lugar que no seas tú. Es importante suavizar el camino aprendiendo a salvar obstáculos y a neutralizar las piedras que te vayas encontrando y que, en su mayoría, son grabaciones de tu inconsciente.

En el argot ferroviario existe la máxima «marcha a la vista»; significa que el maquinista tiene la obligación de avanzar con prudencia, regulando la velocidad de acuerdo con la parte de vía que aparece por delante, de manera que le resulte posible detener el tren ante cualquier obstáculo visible desde la cabina.

Cuanto mayor sea el recorrido en tu camino de abstinencia más seguridad irás adquiriendo en ti mismo, pero jamás bajes la guardia. A través de las sesiones de grupo entenderás que es tan importante prestar atención a tus avances como lo es no echar pulsos contigo mismo; tu yo real te espera al final del recorrido, recuerda protegerlo y cuidarlo.

Octavio Paz recogió así la idea: «Más allá de mí mismo, en algún lado, aguardo mi llegada». 

Analiza sin enjuiciar

Vivimos ajenos al inconsciente y sin embargo él es quien nos dirige, por lo tanto, para sanar hay que enderezar el lado autodestructivo que crean las antiguas ideas. Del mismo modo que esas piedras que detienen el curso del río y hacen que se estanque el agua, el juicio que tienes sobre ti mismo te mantiene estancado.

De la misma forma que inventas lo bueno, inventas lo malo. A veces te sientes infeliz porque te pusiste un meta que no es la meta. La vida sabe mejor que tú lo que te conviene. Compartiendo tus emociones y experiencias en las sesiones de grupo irás aprendiendo a dar fuerza a ese instinto que te dice que este es el camino correcto. El deseo es el motor, la constancia el medio.

En el grupo te resultarán familiares las palabras y las acciones de tus compañeros, pues estar en la misma frecuencia te convierte en cómplice y te permite compartir, con ello te enriqueces y enriqueces a otros. Al enderezar los antiguos malentendidos, se madura emocionalmente. Todo pasa dentro de ti, por eso la solución tienes que encontrarla en tu interior. 

Tu «yo» futuro

A través de este viaje de autoconocimiento conseguirás:

  • Aceptarte de manera más completa. 
  • Encauzar adecuadamente las emociones negativas que irrumpen inesperadamente en tu vida cotidiana. 
  • Liberarte de la culpa y la vergüenza asociadas a tus sentimientos y acciones negativas.
  • Reconocer las proyecciones que tiñen tu opinión sobre los demás.
  • Sanar las relaciones mediante la observación sincera de ti mismo y la comunicación directa con los demás.
  • Y, sobre todas las cosas, llegar a sentir que el mundo es un buen lugar para vivir.

Esta frase de Juan José Saer lo define a la perfección: «Yo me quería un poco más a mí mismo que al principio del viaje. Y el mundo, contra toda razón, me pareció benévolo ese día».