Hay una equivocada creencia de que el alcohol ayuda a olvidar los problemas. La pérdida de un ser muy cercano, una mala relación de pareja, fracasos en el trabajo o en los estudios… Son causas del alcoholismo muy comunes. Sin embargo estos problemas van a seguir estando ahí, esperando a que sueltes la botella y te enfrentes a ellos para ponerles remedio. Raúl es uno de nuestros pacientes que ha logrado dejar el alcohol. Hoy su vida es como nunca la había imaginado gracias a que pidió la ayuda de Santiago Rotaeche, su terapeuta de cabecera contra el alcoholismo.
Una excusa para el alcohol
A menudo los alcohólicos se agarran a una justificación para entregarse a la bebida. En el caso de Raúl, el fallecimiento de su madre fue lo que le empujó al alcoholismo. Tenía tan sólo catorce años, una edad ya de por sí compleja. Recordemos que la adolescencia es esa etapa en la que muchos jóvenes experimentan con el alcohol. Ven que entre los adultos está bien visto y quieren ser como ellos. Sin embargo desconocen el límite entre el consumo moderado y beber sin control.
Nuestro paciente además quiso callar ese sufrimiento que le provocó la pérdida familiar mediante el alcohol. Este tipo de adicciones colocan en una difícil posición a personas como él, que se avaden de esa realidad tan dura pero por un tiempo muy corto y a un precio desproporcionado. Y luego, ¿qué? Raúl volvía a abusar de la bebida para escapar una y otra vez de lo que le estaba ocurriendo. No era su única preocupación, que le incitó al alcoholismo. Mitigando ese dolor deseaba aparentar que estaba bien de cara a su familia. Lo que no pensó fue que esto era un acto de puro egoísmo. Y es que los suyos sí se enfrentaron a la pérdida de frente, sin tener que refugiarse en la bebida.
Esconder el problema, multiplicándolo
La comunicación de Raúl con su familia era nula. Quería hacerles ver que la muerte de su madre no le había perjudicado, que todo estaba bien por su parte y así tendrían otro problema menos del que preocuparse. No deseaba provocarles más daño del que tenían y acabó haciéndose un daño todavía más profundo a sí mismo por culpa del alcoholismo.
Antes de que la bebida se hiciera con el control, nuestro paciente estaba teniendo una vida encaminada al éxito. Raúl practicaba mucho deporte, de manera que se estaba preparando para dedicarse a ser un profesional del fútbol. Además se definía como un joven con mucho éxito social. “Era un guaperas, un gracioso, y eso me potenciaba la adicción, me hacía ser más importante”. Esta imagen que tenía de sí mismo era completamente una ilusión.
Pero con los años, por no dejar el alcohol, se metió por un camino repleto de fracasos amorosos e incluso profesionales. De un trabajo saltaba a otro, sin estabilidad alguna. Al final del día llegaba a casa y sabía que algo no estaba funcionando. Pero a pesar de ser consciente de que verdaderamente no estaba dando lo mejor de sí, no quiso hacer partícipe de su alcoholismo a nadie. Nuestro paciente no era capaz de ser sincero con quienes más le querían y compartir sus inquietudes.
El objetivo de Raúl era alejar a su entorno de sus problemas de alcoholismo. Tampoco se proponía pedir ayuda porque creía que dar ese paso le convertía en un ser débil, inferior, imperfecto. Quería demostrar que seguía siendo aquel chaval triunfador que nada le afecta, y lo último que se planteaba era dar una imagen contraria, de alguien que estaba siendo vencido por el alcohol. Por el contrario, se convencía de que podía capear con el problema él solo. Evidentemente no podía. El silencio se volvía agónico y le dolía por dentro.
Dejarse ayudar es la clave
A los dieciocho años nuestro paciente le confiesa a su padre por lo que estaba pasando. Llevaba tan bien su papel que su padre no dio crédito. De hecho eran otros muchos problemas los que le estaba ocultando, como sus adicciones con el tabaco, del que tampoco se había dado cuenta. Mientras, sus amigos sí habían percibido su alcoholismo y, aunque le estaban tendiendo la mano, Raúl no quería dejarse ayudar. Su excesivo consumo cada vez iba a más y más.
Finalmente pidió esa ayuda de manera inconsciente, ya que sus adicciones se le estaban yendo de las manos. Los síntomas del alcoholismo le habían perjudicado tanto, más en su interior que físicamente, que tomó la decisión en firme. “Pedir ayuda fue lo mas difícil, aparte de salir de la enfermedad”. Contó con el apoyo de su familia y de sus ex parejas y se puso en manos de Santiago Rotaeche, quien le ayudó a salir del abismo.
Una vida mejor sin alcohol
Hoy en día nuestro paciente no puede estar más satisfecho de la vida que ha recuperado. “Ni en el mejor de mis sueños me imaginaba que podía acabar tan bien. ¡Hasta sonrío!”. Lo que más valora Raúl de su rehabilitación del alcohol es poder escucharse a sí mismo, hecho que incluso llega a emocionarle. Ahora es consciente de con quién está, de dónde se encuentra, de crear relaciones con nuevas personas, en definitiva, de poder elegir su propio camino.
Cuenta con el apoyo de MMS
Raúl era incapaz de gestionar sus emociones por su cuenta. Pedir ayuda es la herramienta más eficaz para dejar el alcohol. Mucho Mejor Sin es un innovador tratamiento que te ofrece hacer terapia online, a diferencia de los centros de rehabilitación del alcohol más habituales. Pide información y no te quedes con dudas.
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