El alcoholismo es una de las adicciones que arrebata las mejores cosas de la vida. Muchos se apoyan en este tipo de bebidas para conseguir olvidarse de sus problemas, cuando en realidad los aumenta y crea conflictos nuevos y mucho peores.
Es el caso de Sonia, una ex alcohólica que ha logrado dar la espalda al alcohol y ha recuperado todo aquello que perdió. Aunque confiesa que su proceso de rehabilitación fue difícil, no puede estar más orgullosa de su mayor logro: volver a tener una familia.
Todo comienza con una copa
Nuestro paciente se sintió durante mucho tiempo maniatado por la bebida. Dejó de tener los pies en el suelo, de modo que cada vez que tomaba una copa emprendía el vuelo hacia un mundo de fantasías. Así fue como iba creándose una serie de expectativas que realmente eran locuras. Llegó un momento que ya no necesitaba de nadie que le acompañara en sus adicciones, de tal manera que se fue aislando.
A veces los problemas con el alcoholismo no comienzan de la noche a la mañana. Muchos alcohólicos incorporaron la bebida a su rutina diaria de manera progresiva, casi sin darse cuenta. Un trago de manera puntual, durante los fines de semana, en las grandes celebraciones, con los compañeros después del trabajo, puede abrir la puerta al alcoholismo. Puede parecer un hábito inofensivo, pero hay una delgada frontera entre la costumbre y la adicción.
Así es como comenzó el desagradable viaje de Sonia hacia el abismo de los productos alcohólicos, poco a poco. Su consumo se volvió más descontrolado cuando conoció a su ex marido, con quien compartía esta afición tan equivocada. Recordemos que las malas compañías son una de las causas del alcoholismo. El problema fue aún mayor cuando nuestra paciente ya no podía esperar a beber con su pareja y siguió entregándose a la bebida ella sola.
Como hemos dicho, hay que tomar en consideración cuando convertimos las bebidas alcohólicas de algo puntual a algo imprescindible en nuestra vida. Sonia dio ese paso extremo incorporando la rutina del alcoholismo en su jornada laboral. A media mañana bajaba al bar a tomarse unos vinos. Hoy en día no tiene reparos en contar que volvía a su puesto de trabajo en estado de ebriedad. Su relación diaria con el alcohol no acababa ahí. Antes de volver a casa pasaba por el supermercado a comprar más productos alcohólicos.
Un callejón ¿sin salida?
Así fue la desencaminada progresión de Sonia durante los primeros diez años con el alcoholismo. Durante ese tiempo no se había dado cuenta de sus adicciones con la bebida. Cuando empezó a ser consciente, con 28 años, ya era tarde. Sin embargo le costaba dar marcha atrás y recuperar la vida ordenada que tenía antes de comenzar a beber. Es más, esta situación empeoró cuando se divorció de su marido y entró en una espiral de difícil salida de pura autodestrucción.
Nuestra paciente quizás fue la última en darse cuenta de sus adicciones, y aún así no era una cuestión que quería abordar de frente con su familia. Todo lo contrario. A pesar de que su problema con el alcoholismo era obvio, al principio quiso mantener a los suyos al margen y disimularlo. El aislamiento es una medida bastante desacertada, ya que para dejar el alcohol es esencial contar con el apoyo de las personas más cercanas. En cambio, Sonia finalmente hizo partícipe de su caída en picado a su entorno familiar.
Uno de los peores momentos que puede recordar Sonia durante su etapa como alcohólica fue uno de los cumpleaños de su madre. Tuvieron que echarla de la fiesta porque la bebida le afectaba de tal manera que su personalidad se transformaba. Nuestro testimonio revive situaciones en las que montaba espectáculos innecesarios por culpa de estas adicciones. Los efectos del alcohol le trastornaban y se volvía agresiva. “Me metía con la gente y a fastidiar todo”, confiesa. “La bebida me transformó en una persona que no soy yo”.
Pérdida de amistades y del trabajo
Antes de volverse alcohólica, Sonia recuerda llevar una vida muy social. Tenía mucha gente con la que salir. No obstante el agujero en el que se fue metiendo hizo que perdiera sus amistades. No querían invitarla más a sus reuniones por temor a que volviera a tener un comportamiento inadecuado. Y es que nuestra paciente cuenta que antes de terminar la cena ya estaba borracha.
El trabajo fue otra de las grandes pérdidas provocadas directamente por el alcoholismo. Sonia trabaja para una empresa familiar. Cuando su relación con los productos alcohólicos fue a más, bebía tanto que regresaba a su casa a diario en estado de ebriedad. De este modo comenzó a faltar hasta ausentarse la mitad del tiempo. Como otros alcohólicos, se intentaba disculpar con excusas absurdas que sus jefes realmente no se creían. Finalmente fue despedida. “Era peor tenerme que no tenerme”.
Dejar el alcohol, la gran decisión
Aún siendo consciente de sus adicciones, Sonia se proponía constantemente dejar de beber por su cuenta. Sin embargo no fue hasta que pidió ayuda cuando pudo dar el paso definitivo. Nuestra paciente tardó quince años más en tomar la firme decisión y recuperarse de sus adicciones. De esta forma depositó su confianza en el método de Santi Rotaeche y progresivamente ha abandonado el alcoholismo y ha recuperado su trabajo y a su hijo, de quien vuelve a ser responsable. Incluso su propio hijo consideraba que hasta entonces no tenía madre, pues ni siquiera Sonia se ocupaba de él o iba a las reuniones del colegio.
Ponerse en mano de especialistas es la clave
Si te sientes identificado con Sonia, no dejes pasar el tiempo y decide ya dejar el alcohol. Como ella, ponte en manos de Santiago Rotaeche quien podrá guiarte hacia una vida mejor. Mucho Mejor Sin es un método alternativo al centro de rehabilitación del alcohol tradicional que va a ayudarte a recuperar todas aquellas cosas que perdiste a causa del alcoholismo. No tengas dudas y ponte en contacto con MMS.
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