Jaime fue uno de esos pacientes alcohólicos que vivió la gran mentira de su vida. De esto se dio cuenta una vez pasó por el proceso de rehabilitación. Una vez que recibió la ayuda que necesitaba, nuestro testimonio tomó las riendas de sus actos.

Valoró lo que necesitaba y lo que no necesitaba en su entorno, y escogió dejar el alcoholismo y las malas compañías. Fue entonces cuando se quitó la venda de los ojos y se dio cuenta que dejar el alcohol fue una de las mejores decisiones que jamás había tomado.

Frágil adolescencia


La adolescencia es esa etapa de la vida más susceptible a caer en la trampa de las adicciones. Estamos en un ciclo en el que deseamos experimentar cosas nuevas, demostrar que somos los reyes de nuestra generación. Por este motivo no hacemos tanto caso a los padres como sí a nuestro círculo de amigos. Nos dejamos llevar por lo que ellos hagan o digan, que es mucho más “guay” que seguir los consejos paternos. En esta situación se encontró Jaime cuando comenzó su problema con el alcoholismo.

Fue durante su adolescencia cuando empezó a coquetear con este tipo de adicciones. Hasta conocer el alcohol había llevado una vida plena. Él mismo se dio cuenta cuando comprobó que su rendimiento académico estaba cayendo. Esta situación puso por primera vez a Jaime en estado de alarma, y empezó a ser consciente de que beber alcohol tenía consecuencias. Sin embargo las adicciones lo habían atrapado de tal manera que, aún cuando tomaba un trago diciéndose que sería la última vez, a los pocos minutos volvía a caer.

Consecuencias familiares y profesionales


Los pacientes alcohólicos no son los únicos que sufren las consecuencias. La familia, los que más nos quieren, también se ve arrastrada por culpa de nuestro propio problema con el alcoholismo. Jaime confiesa su dura relación con ellos. En efecto, su comunicación era a base de gritos. Y es que cualquier contradicción prendía la llama. Esto desencadenaba en él reacciones violentas como una equivocada forma de defensa.

La difícil convivencia en casa no era el único conflicto familiar. El alcoholismo empujó a Jaime a robar a sus padres, e incluso a mentir sobre su graduación universitaria. Nunca pudo recuperar el buen expediente académico, de tal forma que jamás llegó a acabar la carrera aunque le hizo ver a sus padres lo contrario. Pensó que no era lo bastante fuerte como para dejar el alcohol y ese círculo vicioso le empujó a crearse un personaje inexistente. El alcohol le camufló como alguien simpático y divertido, cuando desde la óptica de la sobriedad realmente se consideraba así mismo una persona miserable.

Los únicos placeres del alcoholismo duraban un minuto”, confiesa Jaime. Y después de ese minuto, ¿qué? ¿En qué invertir el resto del tiempo? ¿Cómo ganarse la vida? Pasados los años la relación con el alcohol también incidió gravemente en el plano profesional. Si nuestro testimonio no fue capaz de lidiar con sus conflictos familiares, menos pudo plantarle cara al trabajo. Jaime cuenta que nunca llegó a mantener un puesto más allá del año. Tuvo varios trabajos pero su falta de responsabilidad hizo que no los conservara. A menudo se quedaba dormido y llegaba tarde, cuando no se inventaba cualquier excusa ridícula.

Malas compañías


El alcoholismo y un entorno conflictivo suelen ir habitualmente de la mano. Jaime se rodeaba de gente como él, esclavos de los productos alcohólicos. De hecho calcula que alrededor del 80% de su entorno también compartía las mismas adicciones. Lejos de apoyarse mutuamente para salir del agujero se animaban a seguir bebiendo, riéndose de sus efectos, retroalimentando esa vida fantasmagórica a la que les conducía el alcoholismo. Esta situación se endurecía por la extraña vida nocturna, el cuantioso tiempo que pasaban juntos, o los mismos argumentos y mentiras que no hacían más que potenciar el consumo excesivo.

“Quiero cambiar”


No fue hasta dieciséis años después de empezar a beber cuando Jaime pidió ayuda por primera vez a Santiago Rotaeche. Su vida se estaba volviendo insostenible y alguien consiguió que se diera cuenta de ello. A partir de entonces comenzó a verse en el espejo tal cual era, cómo el alcoholismo le había cambiado. Se reflejó como una persona sin dignidad y se avergonzaba de ello. De esa figura oscura tan sólo queda hoy una fotografía de todo aquello que no quiere volver a ser.

A partir de entonces comenzó su proceso de rehabilitación, empezando por dejar el alcohol y cambiar su entorno social. Dejó de ir a bares, restaurantes, discotecas y se rodeó de gente que le podía hacer bien. Jaime no tiene reparos en decir que reordenar su vida fue en un principio muy duro, pero que el resultado no puede ser más satisfactorio. Hoy en día es consciente de todo lo que hace y, aún confesando que tiene los problemas de cualquier otro, se siente responsable de ellos.

MMS, tu ayuda


Testimonios como el de Jaime nos demuestran que es posible luchar por una vida mejor. Como él, tú también puedes recibir la ayuda que necesitas para darte cuenta de que dejar el alcohol es la única alternativa para cerrar ese ciclo que sólo te ha traído cosas negativas. Mucho Mejor Sin se convierte en ese apoyo esencial, a través de su programa online. Nuestro centro de rehabilitación del alcohol te brinda una oportunidad como la que ha conseguido Jaime. No esperes más y contáctanos.

¿Quieres Ayuda?

Contacta con nosotros