Si dejar de beber fuera sencillo nadie necesitaría ayuda para conseguirlo pues, una vez comprobado que el alcohol sienta mal, solo tendríamos que eliminarlo de nuestra dieta; sin embargo, hay muchas personas que precisan apoyo para dejarlo. Y es que abandonar un hábito no es tan fácil, menos aún si se trata del de beber que ofrece, además, un aparente bienestar al hacernos creer que con su ingesta olvidaremos el malestar que nos llena la cabeza.

La fuerza del hábito

De todos es sobradamente conocido el cuento del rinoceronte que pasó sus primeros años vida encadenado a una estaca, de tal modo que solo podía caminar alrededor de  la tranca y cuando le quitaron la cadena siguió moviéndose en círculo aunque ya nada le impedía moverse libremente.

La costumbre tiene mucho poder, ya que los comportamientos repetitivos se realizan de forma inconsciente y perdemos el control sobre ellos, a menos que algo nos sacuda, tomemos conciencia y decidamos cambiarlos. El método de MMS para dejar de beber te ofrece las herramientas para conseguir dominar el consumo.

Si a tu fuerza de voluntad le añades nuestra técnica de recuperación tendrás la posibilidad de recomponer tu vida y dejar de gastar el tiempo arrepintiéndote de lo que no fue, siguiendo, así, el sabio consejo de William Faulkner: «Nunca pierdas el tiempo lamentando errores, bastará con que no los olvides».

La seguridad en ti mismo

El consumo de alcohol te asigna una doble personalidad; por un lado, te maltratas y te hablas mal y por otro, te sientes -o pretendes sentirte- superior e inalcanzable autoconvenciéndote de que nadie te entiende porque eres más inteligente que cualquiera. Pero lo único que haces es tapar tu dolor y utilizar la ironía que, al fin y al cabo, no es otra cosa que dolor mal gestionado. 

Lo que encontrarás en nuestra terapia de grupo on-line para dejar de beber es el medio para saber quién eres sin consumir y actuar en consecuencia. Ser una buena persona no es fácil, ya que no se trata de imitar acciones ajenas, sino de conocerse a sí mismo y desarrollar todo el potencial que te ha sido dado. Aunque el alcohol haya anegado tu autoestima, a través del trabajo en equipo adquirirás confianza en ti mismo y en los otros.

Con la confianza recuperada sabrás dar espacio a tu problema para solucionarlo, aunque siempre sea el mismo tema, porque entenderás que cada quien tiene su «lo mismo» que resolver. Mirarse en los demás y verse reflejado en ellos es la mejor forma de comprenderse y eso es lo que se hace en una sesión de terapia, algo que José Luis Sampredo expresó así: «Y ahí está la paradoja: buscándome a mí encuentro a los demás y en la personalidad de los demás encuentro la mía».

No hay nada que justifique el consumo

El deseo consumo se origina cuando tu cabeza se llena de cosas que te producen malestar, así es que tendrás que localizar cuáles son y aprender a bajar el volumen de esas voces para evitar dañarte. Si entiendes que el dolor lo provoca el alcohol no volverás a beber, pero si imaginas que lo que te daña es no consumir, beberás de nuevo. 

Tanto el grupo de apoyo como los terapeutas podrán tenderte una mano si te tambaleas, no esperes a llegar a un punto de no retorno y pide ayuda al mínimo aviso porque, al hacerlo, estarás dándote valor como persona y colaborando en tu recuperación. Tú no eres un impostor, hiciste lo que podías con las herramientas de que disponías, cuando tengas armas contra el consumo y aprendas a manejarlas, vivirás de acuerdo a tu sentir real.

La clave, además del trabajo, estará en poner mucha atención a los avances de manera que la motivación te afiance el camino; ya conoces la frase de Anatole France: «Si exagerásemos nuestras alegrías como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían su importancia». 

Un hábito se cambia con otro hábito

Rómulo no es el protagonista del cuento inicial, pero sí es un rinoceronte. Cuando en 2007 llegó al Bioparc de Valencia se movía en círculos porque, aunque nunca estuvo encadenado, había vivido en un espacio muy reducido; estaba tan destrozado que incluso comía desordenadamente y ni siquiera cumplía su función reproductora. 

Después de varios años de terapias infructuosas, lo trasladaron a una reserva natural de Sevilla en un último intento de enseñarle a vivir según su naturaleza. Tras dos años de un esperanzado y constante trabajo Rómulo recobró sus cualidades; ahora come normalmente, desempeña su cometido reproductor y trota libre por la reserva natural sevillana.

Si Rómulo consiguió cambiar su hábito, tú también puedes hacerlo. Como dice Banana Yoshimoto “El camino está siempre marcado, pero no en un sentido fatalista. Cada instante, con la respiración, con la mirada y con los días que se repiten uno tras otro, vamos trazando el camino voluntariamente”.