A veces me pregunto qué nos lleva a beber alcohol. Se han realizado muchos estudios al respecto y se han identificado causas concretas, generales e individuales, que suelen ser recurrentes. Me gustaría hablarte de la autoayuda para dejar de beber. Está en tu mano hacerlo, siempre y cuando sepas encontrar y aprovechar los apoyos adecuados.

En nuestra terapia de grupo online para personas que desean dejar de beber encontrarás un auténtico respaldo para salir de ese pozo en el que el alcohol, tu falta de voluntad y las circunstancias te han introducido.

Gestionar los sentidos para dejar de beber

Una cuestión clave que debes preguntarte es ¿por qué? Dicho de otro modo, ¿qué te acerca a la bebida? Si un extraterrestre se topara con un conjunto de grandes bebedores y decidiera observarlos, podría pensar que bebemos para satisfacer a nuestros sentidos. Simple y llanamente, igual que las amebas o los animales cuando tienen sed. Es una reducción, solo parcialmente cierta.

Porque las personas somos seres racionales, dotados con inteligencia y voluntad. No somos individuos de instintos que generan causas y efectos de un modo incontrolable.

Ahora bien, los sentidos nos influyen: nos traen información sobre el mundo exterior y lanzan estímulos al cerebro, que debe interpretarlos y emitir las instrucciones oportunas al respecto.

Cuando percibimos el aroma a esas bebidas alcohólicas que nos han enganchado, las sensaciones que experimentamos son múltiples. De forma inconsciente o no, el cerebro interpreta esa información y toma decisiones al respecto.

¿Cómo se realiza esta selección? A través del aprendizaje, ni más ni menos. En consecuencia, puedes conseguir orientarla en una dirección correcta. Nuestras experiencias son el factor clave en este proceso, si bien la genética y los apetitos —o sea, los instintos— también influyen mucho. No olvides que es precisamente el sentido del olfato el más evocador de todos.

En cualquier caso, algo similar nos ocurre al ver una botella de nuestra bebida alcohólica favorita, o al acariciarla y sostenerla en nuestras manos. Por supuesto, también pasa si probamos una mínima gota de ella.

Desde un punto de vista práctico y operativo, si estás dejando de beber, aleja por completo el alcohol de todos tus sentidos. Evita ver el alcohol. Evita olerlo. Evita escucharlo —por ejemplo, que alguien descorcha una botella o el burbujeo de una copa de cava—. Evita también tocarlo y, bajo ningún concepto, lo saborees, aunque sea en cantidades ínfimas.

La evocación es un rasgo característico de los sentidos, que no necesitan ser explícitos en la sensorialidad. Basta estar en contacto con personas o lugares que hemos relacionado en nuestras vivencias previas con el consumo del alcohol para que esos estímulos sensoriales se activen en ti.

Cuando estás dejando de beber, el alcohol y su séquito deben estar totalmente alejados de ti. No frecuentes aquellas compañías con las que bebías. No regreses a los lugares en los que lo hacías. Evita las situaciones que terminaban derivando en el consumo de alcohol. No es una opción; es una necesidad, si de verdad has decidido dejar de beber y evitar las recaídas.

En este aspecto, el paso del tiempo se convierte en tu aliado. Cuanto más tiempo mantengas alejados de ti estos factores sensoriales asociados al alcohol, menos poder evocador tendrán en ti. Se irán desactivando.

¿Por qué? Porque en ese momento ya no serás una persona que está dejando de beber, sino una persona que no bebe. Lo sé por experiencia, la diferencia es abismal. Y tu voluntad no necesitará ser tan férrea cuando tengas que enfrentarte con tanto afán a estos estímulos tentadores.

Poner el alma para no beber más

También nuestra alma, a través de las emociones, nos transmite información sobre el mundo. Y, desde nuestro interior, nos expande o nos contrae, según las circunstancias.

En todo caso, esa información emocional llega al cerebro de forma codificada, de un modo afectivo. Es el cerebro quien debe interpretarla y aprovecharla. Como seguramente sabes, y yo tengo muy presente, el alcohol interfiere en esa interpretación cerebral.

Su uso prolongado acaba creando códigos específicos que, con o sin base alguna, dibujan un mundo mucho más difícil, complicado y contrario. La vida nos parece una caricatura, una hipérbole, lo que nos suele condenar a la parálisis o la fuga, a la evitación en todo caso, como único mecanismo de confrontación.

En este momento, cuando te estás alejando del alcohol, necesitas paz. Esta siempre se localiza en el orden, la rutina y lo previsible. También en ese proceso pausado que te permite aprender a interpretar tu mundo interior, tu alma, mediante el pensamiento cerebral. Así, acabarás siendo capaz de afrontar la vida del modo adecuado en lugar de evitarla.

No vuelvo a beber

Cuando sientes un dolor emocional, te acercas al alcohol con una motivación clara: evitarlo. Si lo afrontas con un pensamiento orientado a solucionar ese dolor, te estás alejando de la bebida. Así que debes aprender a gestionar tu dolor. Es una autoayuda para dejar de beber que resulta fundamental.