Me gustaría comentarte cómo fue mi proceso de dejar el alcohol, pero desde un punto de vista distinto. Personalmente, lo comparo con practicar la escalada. Para que tu subida y tu bajada sean más seguras, necesitas clavar unas guías en la parte superior e inferior para que puedas moverte con libertad.

El objetivo es evitar la caída y asegurar que tu camino hacia la cima sea más fácil. Siguiendo con la comparación, el proceso de escalar es tu vida diaria, la guía superior es la hora en la que te acuestas y la inferior la hora en la que te levantas. Es decir, aprendí que al acostarme y levantarme a la misma hora ganaba en seguridad. Y también en capacidad para poder afrontar mi rutina con más recursos..

Nuevas costumbres para mi nueva vida

Cuando bebía, lo habitual era dormir demasiado, saltarme comidas y ceñirme exclusivamente a mi horario de trabajo. Cuando salía de trabajar, comenzaba un desorden que cada vez me pasaba una factura más imposible de pagar. Me sorprendió el darme cuenta de la importancia de seguir unas pautas concretas para que mi organismo se adaptase mejor a la ausencia del alcohol.

Comencé haciendo tres comidas al día (desayuno, almuerzo y cena) a horas similares, pero siempre tomándome mi tiempo. Me sentaba a comer sin distracciones, prestándole más atención a los sabores y a la textura de los alimentos y, sobre todo, disfrutando mucho más de cada plato.

Además, opté por reducir al máximo la comida poco saludable y las opciones para tomar algo y seguir trabajando. Cuanto más me esmeraba por preparar una receta concreta, mejor me sabía. Cada comida tenía un interesante efecto ansiolítico que me ayudaba a seguir adelante con mi abstinencia.

Me encantaba hacer la compra

Comencé a fijarme en los detalles a la hora de comprar los ingredientes para cada comida. Ya no elegía los productos por su diseño o por su precio, sino por sus ingredientes. El desayuno era la primera comida del día y la más importante. Compra la mantequilla, la mermelada o el aceite más saludables. No tomes cualquier tipo de pan, adquiere el que te aporte más nutrientes.

También aposté por diseñar un menú semanal para comprar los ingredientes que necesitaba para prepararlo. Se acabó lo de rebuscar en el congelador o lo de preparar un plato con lo que haya en la nevera. Comprando lo justo, me resultaba mucho más fácil ir usando los ingredientes apropiados. Gracias a leer las propiedades nutricionales de cada alimento pude bajar la cantidad de calorías consumidas diariamente y logré que mi cuerpo se adaptase mejor al proceso.

Además, el alcohol provocaba que mi cocina fuera siempre un desastre. Platos por fregar, restos en la encimera y un frigorífico vacío eran lo habitual. Pero cambié y decidí mantener la cocina siempre en perfecto estado. Te sorprenderás con los cambios si tú lo haces también así.

Seguro que todo lo anterior te parece muy bien, pero no llegas a verte siguiendo un horario fijo, leyendo las etiquetas de los productos en el supermercado o cocinando. Se trata, simplemente, de poner en hora tu reloj biológico y de que aumente tu adaptabilidad a tu nueva vida.

El orden conlleva que tu cuerpo vuelva a funcionar correctamente. No voy a explicarte, porque ya lo sabes, que cuando bebes alcohol lo más habitual es que te entre sueño y que te pongas a dormir durante horas y horas. Al final, terminas por no comer debido a las calorías que contiene cada bebida, por seguir viviendo a tu manera y por seguir pensando que tu mundo paralelo (ese que solo existe cuando bebes) es el mejor refugio.

La importancia de la terapia

Aparte de ordenar mi vida, decidí también confiar en profesionales para conocer las claves necesarias para seguir adelante con mi recuperación. Pensé que iba a tener que enfrentarme a un especialista en la materia que me recordaría que soy débil, que no debería haber bebido nunca y que me dijera que así no podía seguir. Curiosamente, no fue así.

Me propuso participar en una  terapia de grupo online en la que compartí mis experiencias con otras personas que, como yo, habían pasado por lo mismo y querían alejarse del alcohol. Fue ahí donde fui consciente de qué me había sucedido y de cuáles eran las claves para volver a ser yo.

Entre los cambios que realicé en mi vida y los consejos que recibí en la terapia, todo fue mucho más sencillo. Ahora tengo claro que el orden y llevar una vida normal son los mejores complementos para poder dejar el alcohol. Decirle adiós a mis viejos hábitos fue la mejor decisión que pude tomar para comenzar a vivir de forma distinta. Desde entonces, todo es más fácil y he conseguido convertir mi día a día en una oportunidad perfecta para disfrutar de la vida al máximo.