Ayer invité a comer a mi pareja. Preparé lo que estaba seguro que le gustaría, una receta italiana de pasta.
La preparación ha sido muy tranquila, estaba yo solo en casa ya que ella trabajaba. He disfrutado preparando los ingredientes, picarlos, hacer el sofrito, cocer la pasta. No me he sentido presionado ni con ansiedad por el resultado, pensé que lo haría lo mejor que se y así lo he hecho. La mesa la he colocado con antelación, para que cuando llegase ella estuviese todo listo, y me he esmerado en crear una atmósfera acogedora y agradable. Nada de lujos, una comida sana y rica en su simplicidad.
Al llegar ella la he dicho que se relajase, que la comida estaba preparada y que, cuando estuviese lista que se sentase en la mesa. He servido la pasta con una ensalada y hemos charlado mientras comíamos. Al terminar he recogido la mesa y metido los cacharros al lavavajillas.
He sentido alegría y agradecimiento de estar en esta relación.