“Mi síndrome de abstinencia”

Me resulta más difícil describir lo que siento que lo que pienso, ya que intento no tener contacto con mis sentimientos. Aunque creo que los pensamientos que tengo provienen de mis sentimientos.  

Cuando no me siento bien tengo la sensación de haber fallado en la vida, de no estar a la altura de las situaciónes en las que me he visto inmerso; y, como llevo bebiendo muchos años, hay un gran sentimiento de rencor y vergüenza hacia mi mismo por el daño causado a los demás. Esto hunde mi autoestima a niveles mínimos, y los pensamientos que tengo son  que he desperdiciado mi vida y que no valgo la pena como persona. Y si soy una mierda, ¿qué más da que beba?

“Mi castillo contra el síndrome de abstinencia”

Lo primero es estar vigilante en cuanto a los estados emocionales que pueden hacerme recaer, identificarlos cuando surgen, antes de que se salgan de madre y me engullan. La estrategia que voy a seguir es hablarlos antes de que sean inmanejables, llamar a mi pareja o a mi hermano, que saben mi situación y están ayudándome a salir de ella.

Lo segundo es evitar tener contacto con el alcohol. Esto es más difícil ya que tomo café en un bar con los compañeros de trabajo a diario, y, aunque no vaya a bares ni haya alcohol en casa, los supermercados tienen estantería tras estantería de bebidas. Les he dicho a los compañeros que tomemos el café de antes de empezar a trabajar en la terraza de la cafetería, así me evito el ambiente de dentro del bar. Y a hacer la compra semanal voy acompañado por mi pareja.

“Mis armas contra el alcohol”

Repetirme a mi mismo, cuando empiece el dolor sicológico, que me duelen más las consecuencias sicológicas de beber: no sólo me sentiré como una mierda, además beber me incrementa ese dolor. 

Llamar a mi pareja y contarle cómo me siento

Evitar los sitios y las situaciones donde hay alcohol