Confié en la autoayuda para dejar de beber. Tenía claro que debía hacer algo para cambiar de vida y que no podía seguir sufriendo los duros efectos del alcohol y las consecuencias de su consumo.

¿Cómo afectaba el alcohol a mi cuerpo?

El alcohol es un tóxico que afecta, directamente, al área del cerebro encargada de la locomoción. Seguro que has visto a alguien que apenas puede andar o mantener el equilibrio tras haber bebido. Te recuerdo que tu organismo es una máquina que necesita la máxima precisión para que puedas afrontar tu día a día con normalidad. Beber es sinónimo de ralentizar el funcionamiento de tu cuerpo.

De hecho, ¿se te viene a la memoria cualquier actor que, imitando a un borracho, camina de forma errática y habla de una manera muy determinada? Esto se produce porque el alcohol también afecta a la zona de tu cerebro encargada del habla, del pensamiento abstracto y de poder entender y explicar el mundo. Es decir, que el alcohol te impide pensar con claridad. Y es más probable que tomes las peores decisiones para tu futuro cuando estás bebido.

Imposibilidad de recordar

Otra de las consecuencias de beber demasiado es la de no acordarse de nada de lo que sucedió la noche anterior. Si bebes, seguro que recuerdas algo, pero no todo. ¿Te imaginas si te pasara lo mismo sin beber? ¿Qué harías si alguien te dijera todo lo que hiciste sin poder recordarlo? ¿No acudirías inmediatamente a un especialista? ¿Por qué no lo haces si bebes alcohol?

La resaca

Termino repasando los conocidos efectos de la resaca. Siempre hay remedios caseros, trucos y demás, pero ¿sabes por qué se produce? Tu cerebro considera que el alcohol es una fuente de hidratación como el agua. Al tomar alcohol, tu organismo se esfuerza por expulsarlo lo antes posible, lo que provoca esa sensación tan característica que no es otra cosa que una deshidratación severa.

Para entrar en ese estado, lo habitual es estar tres días sin beber. Pero, como te indicábamos antes, ¿te imaginas qué harías si te levantases un día por la mañana y tuvieras esa sensación sin haber bebido alcohol? ¿No pensarías que has sido víctima de un envenenamiento? ¿No irías al médico lo antes posible? ¿Por qué consideras normal sufrir una resaca que pone en riesgo tu salud?

¿Por qué consideraba «normales» los efectos del alcohol?

Porque eran como el precio a pagar tras beber. Pensaba que, al igual que sucede cuando se consume una droga, era lógico pasar por ese periodo de adaptación física tras haber «disfrutado».

Los negativos efectos del alcohol en mi mente

A lo arriba descrito añado ahora que también notaba que mi mente no funcionaba demasiado bien. Si comencé a beber fue por socializar, por dejar a un lado mi timidez y por considerarme mejor persona. Lo malo es que, poco a poco, dejé de tener la capacidad de decidir sobre mis actos. Tanto cuando bebía como cuando no lo hacía.

Como ya te he comentado, la memoria comenzó a fallarme, no podía tener planes de futuro, no recordaba el pasado. Tu cerebro hace al día millones de operaciones fuera de tu conciencia y siempre mira al pasado para contextualizar el presente y preparar el futuro.

Me di cuenta de que el alcohol había provocado que tuviera una imagen distorsionada de mi pasado que afectaba a mi presente y que me impedía tomar las decisiones más acertadas para mi futuro. Era como si no viviera en la realidad. Era como si bebiera para crearme un mundo paralelo donde todo era perfecto. Lo malo es que el precio a pagar por vivir constantemente en esa fantasía terminó por convertirse en el inicio de una cadena de decisiones altamente perjudiciales para mí. Me sentía como si fuera con un tren por una calle peatonal. Nada tenía sentido.

Cada vez menos emociones

El alcohol, como potente depresor del sistema nervioso que es, me convirtió en una persona con menos sentimientos y mucho más vulnerable a la depresión. Además, sentía miedo, rabia, ansiedad y ganas de aislarme. Solo era feliz tomándome una copa tras otra. Por suerte, decidí dejar de beber.

¿Cómo cambió mi vida?

Tras años considerando que el alcohol era la mejor solución a mis problemas, tuve la suerte de darme cuenta de que no podía seguir engañándome. Ese mundo irreal en el que todo era perfecto solo aparecía tras haber bebido. Tenía una profunda dependencia que estaba ya mostrando sus síntomas más letales y provocando en mí una serie de consecuencias físicas y mentales que me restaban calidad de vida.

Un buen día, decidí dejar el alcohol. Pedí ayuda y me propuse conseguir mi objetivo paso a paso. Sabía que el fantasma de la recaída era bastante fuerte y que el camino iba a ser largo, pero iba a esforzarme lo máximo posible para conseguir alcanzar mi objetivo.

No tardé en darme cuenta de que la abstinencia me permitía evitar las duras consecuencias de consumir alcohol. La plasticidad cerebral era muy eficaz para sentirme mejor, para volver a ser la persona que fui y, sobre todo, para poder recuperar las riendas de mi vida.

No solo me centré en no beber, sino también en cambiar mi estilo de vida. Volví a desarrollar un adecuado interés por una serie de aficiones que dejé aparcadas por culpa del alcohol. Conocí a gente nueva, entendí que la vida se puede vivir de forma distinta y, sobre todo, comencé a sentirme cada día mejor, lo que me animaba a seguir esforzándome para seguir sin beber.

Yo lo conseguí. Y, desde entonces, soy una persona totalmente nueva. Solo me queda decirte que cuanto antes comiences el proceso, antes podrás darte cuenta de que en tus manos está la llave que abra las puertas de una nueva etapa en tu vida. Te animo a que confíes en la autoayuda para dejar de beber. No lo dudes, el alcohol no es nunca la solución a tus problemas. Más bien, es la causa de los mismos. Atrévete a cambiar de vida y saldrás ganando.