La vida del adicto está marcada por una profunda sensación de desarraigo, de no pertenencia, que se traduce en un sentimiento de soledad permanente aunque esté rodeado de gente. Es en esa soledad donde se gestan las alteraciones de percepción que le llevan a ver el consumo como la puerta de salida de su desierto emocional. 

Si la adicción se cuece a fuego lento amontonando desilusiones sobre un hecho que hirió profundamente al niño que fue el adicto, también es posible alcanzar la recuperación desamontonando las desilusiones poco a poco, sobre todo aquellas que son fantasmas fruto del dolor latente. En MMS sabemos que si se localiza el dolor primario se puede, si no disolver, al menos suavizar la sensación de desarraigo y conseguir una vida plena sin consumir.

El grupo, tu colectivo

Seguramente la adicción te habrá convertido en un ser inestable y, no obstante, pretendes que nada a tu alrededor se mueva, pues necesitas el control de todas las cosas para evitar que se ponga de manifiesto tu inseguridad. Pero la expectativa es tan irreal que siempre vas a chocar con la frustración y al final del pasillo de la frustración se encuentra, como ya sabes, el consumo.

Te ayudaremos a que aprendas a no idealizar el mundo ni el alcohol. En cuanto al mundo, irás sintiéndote cada vez más seguro de ti mismo al saber que si te mantienes en sobriedad y vives consciente podrás afrontar las cosas cuando y como lleguen. En cuanto al alcohol, reconocerás que la realidad de los encuentros con los colegas de copas no era exactamente agradable, sino más bien absurda y exagerada. 

Al entrar en el grupo de terapia para dejar de beber pasarás del aislamiento a pertenecer a un colectivo, tu sensación de soledad se irá atenuando y, como consecuencia, al igual que el resto de tus compañeros te sentirás con libertad para hablar de tus experiencias sabiendo que serás comprendido; ese intercambio que se produce en las sesiones es el medio para localizar cuáles son las conductas de riesgo que te llevan a consumir y qué herramientas puedes que utilizar para evitarlas. 

Del deseo a la acción

Aunque tu yo consumidor no quiera reconocerlo, en el fondo sabes que la bebida te producía más angustia que placer y que abusaba de ti robándote no solo el tiempo, te robaba también las ganas y la vida. En las sesiones de grupo, desde la sobriedad, podrás hacer el análisis de este atraco para extraer tanto las emociones que te conducían a la botella como las razones por las que quieres dejar de beber.

El análisis provocará el deseo de cambio, pero tendrás que pasar a la acción porque solo el deseo no basta; el primer paso será exponer en el grupo tu problema, tu manera de verlo y afrontarlo, de modo que a través de tus palabras y las devoluciones de los compañeros consigas localizar el dolor primigenio que esconde tu adicción, así podremos entregarte las herramientas con las que trabajar tu recuperación.

La terapia no es para sentirse miserable por beber y haber hecho las cosas de una manera que no querías, sino para tomar conciencia de cómo eras y de cómo quieres llegar a ser y trabajar para conseguirlo; Benedetti dijo -no es cita textual- que hay que examinar el pasado no para llorarse las mentiras, sino para cantarse las verdades; y ponerte manos a la obra para conseguir la vida que deseas, añado yo.

Dedícale tiempo a vivir

Para curarte de la adicción necesitas quererte y para quererte es preciso que te gustes. Bebido dejabas tu vida en manos de otros y, aunque quieras creer que beber te sentaba bien, lo cierto es que el alcohol hacía que tu estabilidad emocional dependiera de criterios ajenos. En las sesiones de grupo te ayudaremos a buscarte y a encontrarte, a que te gustes, a que te quieras y a que construyas la vida en base a tus propios juicios.

Tal vez siempre has pensado que no podías cambiar y cuando alguien cree que no puede modificar algo, lo ignora, le quita importancia; con este método entenderás que sí puedes cambiar porque tus comportamientos no son más que los síntomas de la enfermedad que padeces, esa enfermedad se llama adicción y cuando te cures los síntomas desaparecerán.

Eso sí, tendrás que llevar el método a rajatabla confiando en que la curación va a darse pues, como sabes, muchos enfermos no se recuperan porque en el fondo no lo creen posible. La esperanza y la fe en conseguirlo serán la fuerza que te ayude a conocer y aceptar tu auténtica identidad, trabajar en desarrollarla y dedicarle todo el tiempo que puedas a vivir.

Emily Dickinson dijo:

«Vivir es tan sorprendente que deja poco tiempo para cualquier otra cosa».