Una de las grandes características de ciertas bebidas alcohólicas, como los refrescos gaseosos, es su poder refrescante. No podemos negar que cuando aprieta el calor o incluso después de hacer una actividad que nos ha supuesto fuerza física, lo que más apetece es una cervecita helada. A veces nos amparamos en la idea de que el abuso de su consumo es bueno para nuestro cuerpo. Ante esas situaciones pensamos que nos aportan hidratación, como el agua. Esto es totalmente incierto. Si bebemos en exceso provocamos adicciones con el consabido riesgo de caer en el alcoholismo.

La importancia de la hidratación


Hidratar nuestro cuerpo es algo fundamental, sea la época del año que sea y en cualquier circunstancia. No debemos esperar a que el cuerpo nos alerte. Es importante beber agua a cualquier hora del día, aunque no hayamos hecho ejercicio físico y parezca que no la necesitamos. El consumo medio recomendado por día es de dos litros. Por este motivo es esencial hidratarnos continuamente. Y es que es altamente aconsejable beber continuamente agua, aunque no tengamos ganas y sentir a priori que no nos hace falta.

No hay que olvidar que cerca del 70% del cuerpo es agua, dependiendo de nuestra edad, sexo o complexión. Beber agua es fundamental para el desarrollo de nuestras funciones vitales. Hidratarnos ayuda a regular la temperatura corporal, la presión arterial o incluso la frecuencia cardíaca. Como es obvio, durante el verano y días de calor es todavía más importante que tengamos agua cerca.

Falsos mitos


Muchas bebidas, de un modo u otro, ya contienen agua. Por eso cuando bebemos en exceso productos como las bebidas gasificantes con base química o alcohol, nos amparamos a esa idea de que va en beneficio de nuestro organismo. Existen además «supuestos» estudios científicos que afirman que beber alcohol hidrata como el agua, o que la ingesta de cerveza es tan recomendable después de hacer deporte como lo es con el agua. Esto no es correcto. De hecho podría hasta convertirse en una de las causas del alcoholismo.

Los efectos de la deshidratación


En el caso específico de la cerveza, sí es cierto que está compuesta por 95% de agua y el 5% restante de etanol (el compuesto químico del alcohol). Aunque la gran diferencia entre un compuesto y otro parecerá a primera vista poco preocupante, debemos alertarnos una vez que damos el primer sorbo de cerveza. Los efectos de su consumo abusivo afectan a ciertos órganos vitales hacia los que llegan estos sorbos ‘refrescantes’, como el hígado o el intestino.

El cerebro es otra parte de nuestro cuerpo interferida por los síntomas del alcoholismo. Cuando bebemos cerveza, su compuesto afecta a la producción directa de la hormona anti-diurética, también conocida como vasopresina. Esta sustancia, producida por la glándula pituitaria, tiene como función principal la retención de líquidos y sales minerales. El abuso del alcohol produce su bloqueo y, por lo tanto, los riñones dejan de regular el balance de fluidos y crece la secreción de orina.

Dicha pérdida de fluidos no se desarrolla de una manera regular, de forma que expulsamos más líquido de lo que se bebe. Se produce un desequilibrio de tal modo que cuanto más alcohol consumamos, menos vasopresina se produce y más líquidos se pierden. Esto es uno de los peores síntomas del alcoholismo, la pérdida de hidratación en nuestro propio organismo.

Malos síntomas


El efecto que produce el alcoholismo ante la falta de hidratación empeora los síntomas. Y es que cuando notamos que necesitamos más hidratación, más bebemos y así la vejiga pierde todavía más control. Notaremos este efecto cuando la orina se presente con un tono cada vez más claro, indicio de la tasa del alcohol en nuestro organismo porque sólo estaremos expulsando agua.

Este problema de deshidratación, siendo uno los síntomas del alcoholismo, está relacionado también con la resaca. Esa falta de agua en nuestro cuerpo provoca sus efectos tan conocidos: dolores de cabeza, mareos, náuseas, calambres musculares, fatiga o vómitos. Por lo tanto, para no sufrir este trance siempre se recomienda beber mucha agua. Hidratando nuestro organismo conseguiremos regular esos niveles de vasopresina y evitar los síntomas de la tan temida resaca.

En resumen, beber alcohol en exceso no hará que nos hidratemos como sí lo consigue el agua. Es cierto que una cerveza fresca ayuda a controlar la temperatura de nuestro cuerpo en períodos especialmente cálidos, siempre recomendando su consumo moderado. Pero sí que no es nada aconsejable tomarla después de un entrenamiento físico. Después de pérdida de hidratación por sudoración, el alcohol incide en los reflejos. El tiempo de reacción aumenta y el equilibrio disminuye hasta un 36%.

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