Si algo hemos comprobado, a lo largo de nuestra experiencia con los grupos  de terapia de Mucho Mejor Sin, es la reafirmación de que la deshabituación  del tóxico es insuficiente para sanar el problema. Nuestros pacientes  aprenden a identificar que los mueve a consumir, que tipo de emociones  básicas son aquellas cuya mala gestión conduce al consumo.  

Recordar estas siete emociones básicas o primarias, y universales: sorpresa,  tristeza, desprecio, miedo, ira, alegría y asco, según la clasificación de Paul Ekman en la década de los 90. 

Dos de las emociones, que más se repiten entre nuestros pacientes son la ira y el miedo. La ira nos dota de recursos para la autodefensa y el ataque, y en  muchas ocasiones es una derivada del dolor sufrido o causado. Aun en  pacientes con meses de abstinencia, la ira mal gestionada puede ser un  detonante para el consumo, por tanto para la recaída. 

En nuestra terapias solemos usar un dicho: “No os podéis enfadar ni aun cuando tenéis la razón”. La autolesión que supone para nuestros pacientes  este tipo de arrebatos, va mucho mas allá del evento puntual y, se adhiere a  su piel con fuerza inusitada. Como medida de protección, y una vez superada  la parte más conductista del tratamiento, evitar las confrontaciones o, que  estas no se alarguen en el tiempo, es fundamental para nuestro estado  anímico y salir de esa zona de riesgo que supone.  

Hay dos frases al respecto, en la famosa obra de Sun Tzu, El arte de la guerra,  que expresan perfectamente nuestra estrategia al respecto; “El arte de la  guerra es someter al enemigo sin luchar”. “Quien sabe resolver las  dificultades las resuelve antes de que surgen”. Siguiendo con la temática  militar, que me inspira el Teniente, padre de uno de nuestros pacientes: “Hay que ganar la guerra, no las batallas“.  

Adaptando este lenguaje bélico a la experiencia terapéutica, sal de la zona de  conflicto, no vivas en la desazón del mismo y agacha la espalda para poder  pasar por debajo. No somos menos ni perdemos nada, por agachar de vez en  cuando la cabeza. Todo lo contrario, mantenemos nuestra dignidad con la  práctica de la empatía, la asertividad y saber pedir perdón, dejando de lado el  orgullo que no es una cualidad de personas inteligentes emocionalmente  hablando. 

Y la ira, que es si no una lucha agotadora, que nos desmoraliza y consume  gran cantidad de energía. Déjate llevar, no permitas que la hipersensibilidad,  tener la piel tan fina, anule tus esfuerzos, para convertir tu vida en un  escenario mucho mejor, Mucho Mejor Sin.