Caer en el alcoholismo no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Porque se puede beber de una manera puntual y de forma moderada. Pero la necesidad de tomar productos alcohólicos constantemente se debe a razones muy personales, a menudo nada positivas. Entre las causas del alcoholismo más frecuentes están la baja autoestima, un mal de amores, problemas en el trabajo… O incluso algo que a veces no le damos la importancia que requiere, como son las malas compañías.

Igual que podemos decir que somos lo que comemos, en este caso podríamos aplicarlo al alcohol y a las malas compañías. Los entornos sociales se caracterizan por una unión en base a algo. Son círculos que comparten aficiones y códigos culturales, familiares o profesionales. Pero además de estar unidos por un contexto que hemos elegido voluntariamente o no, a veces ocurre que seguimos la corriente de ese grupo y nos dejamos llevar.

Grupos adolescentes


Dejar el alcohol no es tan sencillo como dejar las malas compañías. Con frecuencia tanto una cosa como otra vienen de la mano. Pongamos el caso de los adolescentes, que es uno de los períodos vitales más delicados por la vulnerabilidad y los influenciables que son. Es en esas edades donde muchas cosas resultan nuevas. La curiosidad les empuja a probarlas, por encima del miedo o del qué dirán. En el caso del alcohol, su consumo puede derivarse de haberlo visto en una película maravillosa, en su propia casa o entre sus amigos. Finalmente se va produciendo el efecto dominó en el alcoholismo.

Las relaciones de amistad es uno de los escalones primordiales durante la adolescencia. Y aunque en casa se le haya enseñado ciertos valores, a veces van a primar los de sus amigos por encima de los de sus padres. Hay que pensar que se tratan de círculos muy distintos. El adolescente no ha elegido a sus padres, pero sí a sus amistades. Son personas de su misma generación con las que tienen más cosas en común. La influencia que ejercen unos sobre otros se debe a que comparten rasgos muy similares. Es normal en conclusión que adopten sus reglas sociales y maneras de pasarlo bien.

El alcohol en casa


Pero el problema del alcoholismo no sólo afecta a los más jóvenes, aunque sea uno de los grupos generacionales en el que más incide. De hecho, esas situaciones con el alcohol no tienen por qué haberlas vivido fuera de casa. El conflicto a veces está de puertas para adentro. Esos mismos valores familiares no dejan de ser importantes aunque a priori un adolescente quiera rebelarse contra ellos y buscar su propio camino. Muchos profesionales consideran que el alcoholismo es una enfermedad de tipo familiar.

A fin de cuentas las personas más vulnerables al alcoholismo son las que sufren en su casa estampas desagradables, aquellas desencadenadas por el exceso de alcohol en padres e hijos. Se convierten de este modo en candidatos perfectos para padecer alguna clase de neurosis. Y es que aunque vean que el abuso del alcohol no convierte a nadie en mejor persona, el problema familiar es contagioso. Es una manera autodestructiva de esconder algo que en realidad subyace. Lejos de quererlo ayudar y solucionarlo juntos, lo que en verdad sucede es que el alcoholismo familiar se multiplica.

El alcoholismo en adultos


El alcoholismo no es únicamente un problema entre los jóvenes aunque, como hemos visto, es una etapa crítica. En ella los hábitos y el entorno son vitales para determinar una camino alejado o, con mejor criterio, sobre los problemas que trae el consumo de alcohol. Los adultos también son propensos a caer en este tipo de adicciones. Muchos se preguntan cuáles son la causas del alcoholismo. Las reuniones sociales también afectan entre los adultos. Beber en reuniones profesionales, en bodas, en fiestas… Si no lo hacemos a veces nos sentimos raros, como excluidos porque los demás lo hacen.

Lo peor de todo es cuando en esas celebraciones hay gente que nos induce directamente a beber alcohol. “Toma un trago, si no pasa nada”, “no seas mojigato”, “bebe un poco, que te veo desanimado”, “venga, la última y nos vamos”. Lejos de ayudar, este tipo de actitudes y comentarios lo que hacen es que nos acerquemos peligrosamente al alcoholismo. Ni que decir tiene si proceden de alguien que pasa por el mismo problema y, por egoísmo, muchas veces ni siquiera meditado arrastran a su entorno en esta espiral de lenta destrucción.

Cómo salir de las malas compañías


El alcohol y las malas compañías se pueden superar a cualquier edad. Es imprescindible decir “basta”. Para ello sólo se necesita fuerza de voluntad para negarse a lo que realmente no quieres y que sabes que es perjudicial para ti. En este sentido, es importante saber manejar ciertas habilidades sociales y cargarse de seguridad personal para ser tajante: “no quiero beber alcohol”… Asimismo hay que buscar el apoyo de aquellas personas incondicionales que nos van a ayudar por encima de todo a alejarnos del alcohol.

Tenemos que ser conscientes de que beber alcohol no es una tendencia social. Pregúntatelo fríamente. ¿Te parece aceptable que el alcoholismo se convierta en una moda convencional? Desde luego que no. Por este motivo debemos alejarnos de esas malas compañías que vienen unidas inevitablemente y traen el alcohol a nuestras vidas. Quienes nos quieren saben qué es lo correcto y nos ayudarán, nos aconsejarán y harán que sigamos hacia delante con su afecto y comprensión.

En Mucho Mejor Sin somos esa la mejor compañía que para superar las causas del alcoholismo y todo lo que representan. Te ayudaremos a detectar aquellas compañías tóxicas en tu vida. No somos un centro de rehabilitación del alcohol convencional. Somos la rehabilitación 2.0. Con nosotros podrás superar esas adicciones conociendo testimonios alcohólicos o descubriendo recomendaciones prácticas que te alejen de la bebida. Recuerda que la vida es mucho mejor sin el alcohol.

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