Ocasionalmente, todos llegamos a un punto en el que «suficiente, es suficiente». En esos momentos parece que debemos hacer algo, tirar a un lado las cargas y las restricciones que nos están limitando y que, de continuar, amenazan con sofocar y paralizar nuestra energía de vida.

Si el alcohol te transforma en alguien que no quieres ser y al día siguiente cargas con el peso de la transformación ya estás sintiendo que «suficiente, es suficiente», permítete a ti mismo romper los viejos patrones. 

En nueve meses sin beber te ayudaremos a hacerlo; te asombrarás de la vitalidad y la fortaleza que este rompimiento traerá a tu vida.

¿Qué pasará cuando dejes de beber? 

Hay un proverbio zen que dice: «muévete y el camino aparecerá». Sólo alejándote del alcohol podrás ver con claridad lo que ocurre. La bebida no solo empaña la visión de tu presente, también interfiere en la percepción de tu pasado e imposibilita la construcción del futuro que deseas.

Es posible que inicialmente el hábito pese mucho, tu cerebro y tu cuerpo se han acostumbrado a calmar con alcohol la ansiedad, así pues, tendrás que entrenar a ambos para que se aparten de las antiguas costumbres. En la terapia de grupo aprenderás a utilizar las herramientas para hacerlo, las básicas son: evitar el contacto con el alcohol y poner orden en tu vida. 

Poco a poco entenderás al bebedor que hay en ti, de modo que podrás ayudarle a salir de la adicción. Una vez que el alcohol deje de ser tu dueño, comenzarás a recordar con claridad cosas que solo reproducías de forma confusa; al verlas con nitidez podrás poner nombre a tus emociones y reconocerás en ellas el motivo que te llevó al consumo.

Descubierto el motivo que te vinculó al alcohol, entenderás por qué comenzó tu carrera de autodestrucción y no querrás volver a ser la persona en la que te conviertes cuando bebes; esa será tu principal motivación para la abstinencia.

¿Qué tendrás que hacer en terapia?

Si escribes tus emociones desde la sobriedad y las compartes en las sesiones de grupo, comprenderás lo que pasó, dejarás de tener la necesidad de mirar para otro lado y te perdonarás, pues perdonar no es olvidar, sino entender y aprender. En las sesiones de grupo te verás reflejado en tus compañeros y sentirás que ellos se ven reflejados en ti; es esa actitud de apertura y aceptación la que te permitirá curarte y ayudar a que otros se curen.

Todos los seres humanos tenemos una relación con nosotros mismos en la que debemos poner el mismo cariño que ponemos en las que tenemos con los demás; en las sesiones podrás observarte como si tu mente perteneciese a alguien diferente y eso te ayudará a comportarte contigo de la misma manera gentil y amable que te comportas con los otros. 

El grupo de apoyo no es un grupo de amigos, es un colectivo unido para derrotar a un enemigo común y, como en todo ejército, la vida de cada guerrero depende del funcionamiento del conjunto. La máxima ayuda que puedes aportar al grupo es mantener tu abstinencia; la segunda mejor es participar explicando lo que haces para llevar a cabo tu cambio; la siguiente es estar atento a los otros y preguntar, desde el respeto, lo que no comprendas.

A través de la terapia de grupo de seis meses sin beber y siguiendo las pautas que te ofrecerá el terapeuta, te redescubrirás, sacarás a flote tu mejor versión y entenderás que las experiencias aisladas no hacen camino, que la vida es una continuidad. 

¿Cómo afectará la terapia tu día a día?

Probablemente, durante un tiempo no tendrás fuerza para organizar la hoja de ruta de tu vida, en ese período será suficiente con que utilices las rutinas y normas que se ofrecen en terapia y que no te relajes pensando que todo está superado; la cabeza siempre sigue al cuerpo así es que, si entrenas tu cuerpo con los nuevos hábitos, llegará un día en que tu cabeza sea capaz de coger las riendas.

Mientras tanto tu trabajo será dar valor al momento, cumplir los tiempos, ordenar tu vida; bajar el ritmo, no vivir al límite; no tomar riesgos innecesarios, no salirte de la carretera adecuada para tu vehículo; no postergar tu curación; ser honesto en las sesiones de terapia cuidando de ti y de tus compañeros; si quieres que algo pase, moverte para conseguirlo; no juzgar, serás tu peor juez; tener paciencia contigo y con los demás; canalizar tu sensibilidad, pero sin perderla. 

Estos pequeños esfuerzos cotidianos harán posible tu triunfo. 

Robert Collier decía: «El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten día tras día».