Si la semana pasada, en MMS, abordábamos nuestra preocupación por el hecho de que muchas personas no piden ayuda para dejar de beber por miedo al enjuiciamiento que lleva implícito la definición «alcohólicos anónimos» utilizada en algunos centros de recuperación, la cosa se complica más cuando de mujeres se trata, ya que la percepción social de los problemas relacionados con el consumo de alcohol adquiere cierta sordidez si afectan a las mujeres.

Más difícil para ellas

Una característica habitual del alcoholismo femenino es su ocultismo, lo que conlleva un gran sentimiento de culpa. Esta forma de beber en la clandestinidad pone sobre el tapete la necesidad de tomar conciencia de manera temprana de las conductas de riesgo que pueden conducir a la dependencia, pues una vez instaurada, la recuperación es más trabajosa. 

Las mujeres suelen desarrollar también una dependencia hacia otras personas que las hace ocuparse de los demás para olvidar su sentimiento de soledad; de manera que es necesario analizar los factores sociales influyentes en el desarrollo de esta conducta adictiva. La japonesa Banana Yoshimoto define muy bien el sentimiento de soledad que vive en algunas mujeres, cuando dice: «Me habían criado con amor, pero toda mi vida me había sentido sola». 

Según los expertos las mujeres beben en secreto y en solitario y han vivido años de gran aislamiento social, muchas llegan a recuperación porque los hijos ya mayores se lo piden, lo que supone una dosis extra de arrojo a la hora de afrontar la terapia pues, aunque el concepto de «vicio» está superado por la comunidad científica, no está excluido de la sociedad. En definitiva, el enjuiciamiento y el papel que se le atribuye a las mujeres desarrollan unas expectativas de un rol social que hay que tener en cuenta a la hora de abordar la recuperación.

Motivos para abusar del alcohol

Los motivos por los que una mujer se convierte en bebedora recurrente son muy diversos y a menudo es más de una causa lo que impulsa al consumo; suele comenzar como una actividad social ligada a la búsqueda de placer y diversión y acaba transformándose en un círculo vicioso, ya que la socialización es una vía de consumo descontrolado, incluso de diferentes sustancias psicoactivas capaces de crear dependencia y, por otro lado, las consecuencias derivadas del alcoholismo hacen que la persona se relacione siempre en el mismo círculo. 

Una de las partes importantes de la recuperación es la resocialización, algo que en ocasiones es más difícil para una mujer, pues la conducta abstemia tiene un inicio en el que resulta muy arduo asumir la realidad, ya que no solo aparece la culpabilidad sino todas las posibles consecuencias que hubiera podido tener actuar bajo la influencia del alcohol. Aunque todo aquel que consume en exceso siente malestar por algunas acciones pasadas, a la mujer le sacude un especial sentimiento de autodesprecio debido, en gran parte, al peso del enjuiciamiento social.

Como dijo Carmen Kurtz: «La vida de una persona está, generalmente, compuesta de cosas sin importancia que se ponen de acuerdo para tener consecuencias importantes». 

Grupos de apoyo femeninos

Aunque la terapia de grupo on-line para dejar de beber se pensó para grupos mixtos, hemos comprobado que una parte de mujeres precisa un espacio específico para llevar a cabo su recuperación; de modo que hemos optado por abrir también grupos de ayuda exclusivamente femeninos con el fin de que, esa parte del colectivo necesitado de una delicadeza añadida a la hora de hablar de sus emociones, pueda aprender a modular las sensibilidades que dificultan su participación en grupos mixtos, dejando abierta la posibilidad de incorporación a estos cuando esté avanzada la recuperación, si así lo desean.

El método que difundimos en los grupos de mujeres es el mismo que en los grupos mixtos, pero hemos creído conveniente adaptar un espacio para curar ese dolor patente en algunas de ellas, exclusivo del mundo femenino y que queda reflejado en estas palabras de Clarissa Pinkola: «Existen océanos de lágrimas que las mujeres jamás han llorado, pues les han enseñado a llevarse a la tumba los secretos de su madre y su padre, de los hombres, de la sociedad y los suyos propios». 

A través de compartir sus emociones y ver que son habituales también en otras mujeres, podrán abrir poco a poco su alma y, con ello, dejarán de necesitar alcohol pues conseguirán aceptarse, volverán a respetarse de nuevo, aprenderán a ser fieles a sus ideas, a no traicionarse; en definitiva, aprenderán a quererse a sí mismas y, mientras aprenden, el grupo de apoyo será quien cuide de todas y cada una de ellas.